El atletismo sobrevivió a un año sin Usain Bolt, el gran ídolo desde hace seis. El astro jamaicano compareció un par de veces en pruebas de escaso compromiso, hizo caja en eventos de exhibición y se recluyó en sus cuarteles para afrontar con tranquilidad la campaña 2015, en la que regresará al estadio que le puso en órbita, El Nido de Pekín, para disputar los Mundiales.

El momentáneo eclipse del astro rey y la ausencia de grandes campeonatos a escala mundial en el calendario atlético otorgaron rango de estrellas a especialistas en pruebas ajenas a la pista, que además obtuvieron marcas de mucha categoría.

El 15 de febrero, el francés Renaud Lavillenie acabó con uno de esos récords que parecen suspendidos en el tiempo, intocables durante décadas. Los 6,15 metros del "zar" de la pértiga, Sergey Bubka, cayeron, por un centímetro, precisamente en la ciudad natal de éste, Donetsk (Ucrania), que había sido también el escenario de la plusmarca anterior, veintiún años antes.

En Donetsk, en presencia de Bubka, organizador de la reunión, Lavillenie superó los 5,91 metros, después los 6,01 y luego pidió directamente los 6,16, que salvó al primer intento. Para terminar, atacó sin éxito los 6,21.

La gesta del pertiguista galo fue la más espectacular del año atlético. Lavillenie, sensible a la actual tendencia del atletismo al show fuera de las pistas, participó el 21 de julio en los Sainsbury Aniversary Games que conmemoraron, junto al palacio de Buckingham, los Juegos de Londres 2012.

Lavillenie formó pareja estelar con Valery Adams como mejores atletas mundiales del año. La neozelandesa, dos veces campeona olímpica y cuatro del mundo, lleva cuatro años invicta en lanzamiento de peso, en una racha de 55 victorias consecutivas.

La colombiana Caterine Ibargüen, campeona mundial y subcampeona olímpica, reeditó su hegemonía mundial en triple salto al irrumpir en el club de los 15 metros con los 15,31 de Mónaco que la dejaron al frente de la lista mundial de la temporada. 

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