Por Jorge Chaljub
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Siempre decimos que los dominicanos somos nobles, serviciales y grandes seres humanos. Corriendo me he dado cuenta que la mayor manifestación de estos atributos uno las ve en el asfalto.
Viviendo, lamentablemente, en un momento donde la delincuencia y lo mal hecho son protagonistas de las noticias. Es como si el Parque estuviera ajeno a lo mal que va nuestra sociedad.
Pongámonos a pensar. ¿En que otro lugar usted deja la llave de su vehículo con un vendedor?, ¿pone una neverita o bebidas hidratantes sobre su vehículo y se va despreocupado porque sabe que ahí estarán? O sencillamente, ¿En qué parte del mundo recibes un empujón de apoyo o una pregunta sincera “¿Cómo vas?” O “¿te sientes bien?” de alguien que no te conoce?
El fin de semana pasado, con el Madrugador, personalmente fui testigo de la nobleza de los corredores.
Ver personas acompañar a otros por incontables kilómetros, sentir que se te dobla la voz y un nudo en la garganta al ver completar a tantas personas su primer maratón. Salir corriendo detrás de alguien que ni siquiera conoces porque se pasó del punto de hidratación y no alcanzo a tomar agua. Esas son solo algunas de las cosas que a mí me recordaron lo especial que somos los corredores.
Desde el inicio el evento fue emotivo, ver tantos valientes, a falta de una mejor descripción, salir a enfrentar 30 y 42 kilómetros. A quien eso no le emociona o lo pone nervioso, debe revisar si sigue latiéndole el corazón.
Entre ver compañeros completar sus metas y gente llorando de felicidad. Un señor en silla de ruedas tratando de cumplir el mismo reto, que los que tenemos la bendición de poder caminar.
Para mí el mejor momento y el que le da más fuerza al título de este escrito, fue ver cruzar la meta al amigo Peter Moronta.
Junto a sus compañeros de entrenamiento, algunos que nos quedamos ahí hasta verlo llegar. El detalle de los organizadores de hacerle saber a Peter, cuando le restaban cuando menos 7-8 kilómetros, que su medalla lo esperaba.
Esa es la nobleza que solo se encuentra en el Parque Mirador y que los corredores llevamos dentro.
Amigos, que no se pierda esa nobleza. Esa conciencia que se toma al pisar el parque llevémosla con nosotros siempre.
Foto: Locorredores