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El renacimiento de lo natural ganó terreno en el mundo del deporte y un creciente número de maratonistas reivindican el retorno a los orígenes: corren descalzos. Las investigaciones se multiplican e instalan el debate que intenta determinar si efectivamente reduce los riesgos de lesión y mejora los resultados en las competencias, como aseguran sus promotores.
 
Este heredero de Abebe Bikila, el maratonista etíope que en 1960 ganó la medalla de oro en los juegos olímpicos de Roma, cuando recorrió -descalzo- los 42 km de la prueba en dos horas, 15 minutos y 16 segundos, se descalza para difundir su experiencia: "Nuestro cuerpo sabe cómo correr naturalmente. Cuando el pie está plano sobre el piso mantiene la columna en mejor posición, mejora el sentido del equilibrio y reduce las lesiones", afirma.
 
 
Aunque admite que para alcanzar estos beneficios es necesario desandar hábitos ya instalados y embarcarse en un proceso de readaptación hasta incorporar nuevos.
 
"Se están investigando los efectos de correr descalzo -comenta a La Nacion el doctor Héctor Kunik, presidente de la Asociación Metropolitana de Medicina del Deporte-. Pero no existen estudios concluyentes sobre la diferencia de los índices de lesiones que pueden aparecer en el miembro inferior utilizando los distintos tipos de calzado. Ni a favor ni en contra."
 
Su opinión coincide con la revisión de la bibliografía científica publicada hace unos meses en la revista de la Asociación Americana de Medicina Podológica. Los investigadores de la Universidad Midwestern, en Arizona, admiten que todavía no hay evidencias que confirmen o refuten los beneficios de correr descalzo, parecería que no es una mala alternativa y los fabricantes de calzado deportivo no se han quedado atrás en su imitación de la madre naturaleza.
 
Así, se lanzaron a la producción de modelos que se mimetizan con los movimientos naturales e instalaron en el mercado las llamadas zapatillas "minimalistas", es decir que ofrecen la mínima protección posible y -punto fundamental- no elevan el talón. Todo el pie está en el mismo nivel.
 
Con ellas se proponen invertir la tendencia que dominó durante cuarenta años en la fabricación de las tradicionales running shoes, de creciente suela amortiguadora.
 
El cuerpo sabe, dicen. Y no precisa suelas con aire para amortiguar el impacto de la pisada al correr. 
 
El secreto -tal vez perdido con el avance de la tecnología- consiste en cambiar la pisada.
 
En lugar de hacerlo con el talón, la propuesta consiste en pisar con la parte central del pie, con pasos más cortos que llevan la cadencia habitual con zapatillas de 135 a 140 pisadas por minuto a 180. Cambio postural y rítmico que, según los defensores del b arefoot running reduce las lesiones y mejora el rendimiento deportivo.
 
Fuente: La Nacion
Foto: Demonfit 
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